domingo, 5 de junio de 2016

La ciudad sumergida

Entrar a la villa pasando junto a la puerta del perdón, detenerse a contemplar el castillo de los marqueses, bajar por el callejón del agua y encontrar tu albergue, que otrora fuera un mesón, junto a la calle del súcubo cuyas paredes están llenas de poesías de otros tiempos grabadas en planchas de barro y va a desembocar al trastero de un escultor reconocido. En el patio de su convento duerme un ciprés de más de cuatrocientos años y en el órgano de la colegiata suena música barroca... una ciudad donde la cultura se esfuerza por seguir inmersa en un pasado glorioso.


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